En la Historia escrita con mayúsculas las mujeres faltamos en todas sus etapas porque ha sido escrita desde solo un sexo: el masculino. Navarra en Femenino tiene como objetivo escribir la Historia desde otro punto de vista, el femenino, recuperando la presencia de muchas mujeres cuyos nombres fueron sepultados en el anonimato.
Navarra en femenino persigue aportar un canto rodado más en el camino que se ha empezado a construir hacia la igualdad y comienza su andadura poniendo en el escenario una obra de teatro con dos escenas: Juicio a una reina y Juicio a una bruja.
JUICIO A UNA REINA- AÑO 1464
Blanca II de Navarra, heredera legítima al trono de Navarra, se encuentra encerrada en la Torre de Moncada por orden de su padre y su hermana, Juan II y Leonor de Navarra. Su hermano, Carlos Príncipe de Viana, ha muerto en extrañas circunstancias, presuntamente envenenado por la nueva mujer de su padre, Juana Enríquez. Blanca se niega a casarse de nuevo como le sugiere su padre y reclama la corona que le pertenece por derecho amenazando con provocar otra guerra contra su padre apoyada por los Beamonteses. Puesto que, como dice ella misma: muerta no valgo nada y viva soy un estorbo, la mantienen retenida y sabe que acabará sus días en esa torre a no ser que dé su brazo a torcer. Intuye que va a correr la misma suerte que su hermano y sospecha que la están envenenando, incluso que es su propia hermana la que está acabando con su vida. En las circunstancias en las que se encuentra, entre delirios provocados probablemente por el veneno, conversa con el espectro de su madre. Blanca II puede morir en paz odiando y no perdonando ni a su padre ni a su hermana por usurpar la corona. Pero su alma no está tranquila porque tiene una conversación pendiente con su madre a la que hace responsable del trágico devenir de la historia de esta familia y del Reyno de Navarra; y a ella, sí necesita perdonarla para morir en paz.
En esta escena asistiremos a la conversación que Blanca II tiene con su madre, Blanca I, en la que buscará respuestas para poder perdonarla.
JUICIO A UNA BRUJA- AÑO 1609
Graciana y María de Barrenetxea son madre e hija. Ambas son de Zugarramurdi y junto con otras personas han sido acusadas de brujas. En la iglesia del pueblo se ha celebrado un juicio local con todos los vecinos, los acusados han confesado sus pequeños crímenes y los vecinos les han perdonado. Este hecho, normal en las aldeas del norte de Navarra, se hubiera quedado en algo cotidiano si no hubiera sido por el abad del Monasterio de Urdax, que intentando ganar méritos ante el Tribunal de la Inquisición, denuncia a los acusados de Zugarramurdi de ser brujos y brujas ante la institución. Tras la acusación del abad, los vecinos y vecinas, supuestamente brujos, son encerrados en las mazmorras de la Inquisición donde son interrogados una y otra vez durante dos años por dos inquisidores que incumplen en los interrogatorios todas las normas que sus superiores en la institución marcaban para este tipo de juicios.
En esta escena asistiremos a los interrogatorios de Graciana y María a las que el inquisidor Valle les promete constantemente la libertad si confiesan no solo que son brujas y siervas del diablo sino además una serie de crímenes que no han cometido. Estos interrogatorios tuvieron como colofón el Auto de Fe de Logroño en 1610 en el que cinco personas fueron quemadas vivas acusadas de brujería y a seis más las quemaron en efigie puesto que ya habían muerto en las mazmorras antes de la celebración del juicio, dos de estas últimas eran Graciana y María de Barrenetxea.
El Grupo de Teatro Defines de Carcastillo junto con el director Txema Villaplana y Sara Brun Moreno en la dramaturgia y la producción son los encargados de poner en escena este primer proyecto.